16. Objetos Cambiarios en la Educación

La función de la Educación en la creación de objetos materiales e inmateriales de canje humano.

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La Educación tiene un propósito: brindar a las personas herramientas con las cuales valerse por sí mismas en el mundo. Desde tiempos inmemoriales, padres, maestros y profesores han aplicado distintas estrategias pedagógicas con la intención de plasmar en cada uno de sus educandos aquellos elementos que han considerado en cada época como necesarios o imprescindibles para su saber. Así, desde la antigüedad se ha enseñado Historia, Literatura, Matemática, Ciencias Sociales, Música y un montón más de disciplinas entendidas como básicas para todo saber y como basamento útil para posteriores estudios más sofisticados. Pero estas asignaturas particulares (que aunque bien han cumplido su papel educativo en los siglos pasados) pueden no ser suficientes en el mundo de hoy, o al menos estar desfasadas de la función formadora que antaño se les atribuía. Tengamos en cuenta que un individuo en la actualidad no enfrenta un proceso educacional idéntico al que enfrentaba otro individuo años atrás.

Los jóvenes no están hoy en día compelidos a adoptar normas sociales y personales como lo estaban sus predecesores en el siglo XX o el XIX. No existen más aquellos “moldes” en los que debían caber a como diera lugar para no ser (considerados) subversivos. En cambio, están sumergidos en un espacio “líquido” en el que deben patalear y bracear para mantenerse a flote y llegar a alguna orilla sustentable. Tampoco funcionan en el momento actual (o están sustancialmente desleídos) los sistemas educativos formales, tanto escolar como familiar. En particular la educación familiar (que era proveída necesariamente por las familias) ya no cuenta con aquella especificidad y en muchos casos ni siquiera con el propósito.  Es decir, la educación parece haber sido desprendida de su tronco guiador y se presenta a los chicos informalmente, lúdicamente, como un vapor que puede si acaso apresarlos o del que pueden escapar sin ningún compromiso,  dejando de esa manera librado a cada uno su propia inmersión en la cultura. La obligatoriedad de ser ciudadanos intelectualmente formados pero más aún, de ser personas civilizadas y respetuosas del medio ambiente y de quienes en él habitan, parece haberse diluido también así como la responsabilidad individual para lograrlo. 

Pero para convivir, para competir y mantenerse en el mundo un individuo necesita capitalizar objetos cambiarios para negociar su posición en él. Teniendo en cuenta que los aspectos más trascendentes que necesitará llevar a cabo en su vida tienen que ver con realizar tareas, elaborar proyectos y comunicarse, un enfoque educativo eficiente tiene que apoyar la incorporación y conservación de objetos con los cuales tranzar. Para realizar tareas es necesario conocer herramientas y formas de utilizarlas, además de perfeccionar su destreza. Razonar, organizar el pensamiento y pensar con criterio por ejemplo pueden surgir de un aprendizaje de la lógica al lado de personas que utilizan la lógica en sus vidas evitando con ello los malos resultados. Por otro lado, cuestiones tan elementales como por ejemplo cumplir con un horario, llevar a cabo una rutina o administrar acciones no se aprenden de otra manera que no sea cumpliendo horarios, llevando a cabo rutinas y administrando  acciones. No es posible aprenderlos a través de la teoría sino mediante la práctica reiterada. Para elaborar proyectos, por su parte es necesario aprender la magnitud del tiempo, la previsión de las cosas y la tenacidad para lograr los propósitos. Si un individuo no ve más allá de sus narices su vida se reduce a un día a día casual. Por último, la comunicación es una de las herramientas más importantes. El arte de la comunicación abarca  desde el manejo fluido del lenguaje, el dominio de un vasto vocabulario hasta la utilización de formas sofisticadas de contacto. Quien no pueda expresar sus ideas y sentimientos queda preso de su impotencia y al filo de la utilización de formas violentas de acercamiento hacia los otros. En este mundo mercantilizado, en el cual los individuos tienden a su vez a convertirse en mercancías vistosas y vacías de contenido, la forma de recobrar la soberanía individual es adquirir la mayor cantidad de objetos cambiarios educativos. Con la seguridad de que éstos, al revés de cualquier otra posesión dado sus características de inmaterialidad no podrán nunca ser escamoteados ni usurpados. 

Nora G. Sisto

16 de enero, 2017