87. Ser Mujer pero no Fracasar en el Intento

El Día de la Mujer, reiterado anualmente aunque escasamente  actualizado.

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Como cada día 8 de marzo, se celebra mundialmente el “Día internacional de la Mujer”. Esta instancia, originada por una anécdota histórica (la muerte de 146 mujeres trabajadoras de una fábrica textil en Nueva York a raíz de un incendio provocado intencionalmente para frenar su protesta) se convirtió en el símbolo de la proclama por la inserción con plenos derechos de todas las mujeres en la Sociedad. Esta proclama que es renovada y actualizada cada año tal vez sería conveniente que fuera acompañada con otra, endógena, autocrítica y sin la cual cualquier planteo reivindicativo parece volverse inviable. Se trata no únicamente de exigir que sean validados y respetados los derechos que tienen todas las mujeres solo por el hecho de serlo, sino al mismo tiempo solicitar que sean revisados aquellos comportamientos errados o atávicos que son respaldados contradictoriamente por mujeres, los cuales desdibujan la figura de la mujer como auténtica y legítima protagonista del mundo y que con su replicación mantienen  como rehén no solo la situación de todas las mujeres sino la de todos los habitantes del planeta. Podríamos considerar los siguientes:

Mujeres adolescentes que se embarazan precozmente sin estar preparadas para desempeñarse como madres, que confunden inocentemente la habilitación biológica (como individuos aptos para reproducirse) con la  habilitación cultural y social (como personas capacitadas para ejercer plenamente la inconmensurable función de maternaje) poniendo así a su descendencia en riesgo de merecer iguales o peores situaciones de vida.

Niñas carentes de una guía responsable que en lugar de engañarlas respecto a su edad les advierta de los engaños y los riesgos de la seducción, que son alentadas por la propaganda a vestirse y actuar como prostitutas, a mostrarse provocativamente y a adoptar comportamientos promiscuos con la ingenua creencia de que de esa forma están adelantando pasos para convertirse en exitosas y “sexys” mujeres adultas.

Mujeres que silencian su capacidad de convertirse en madres en favor de conservar una figura indeformada (por algún aumento de peso, estrías ventrales o flaccidez pectoral) o por no arriesgarse a perder un empleo prestigioso, o simplemente por no responsabilizarse por alguien más que por sí mismas.

Mujeres que viven presas de su imagen en el espejo, que eligen convertirse en muñecas, en adornos del paisaje o en juguetes de hombres poderosos, que sueñan con ser protagonistas de una pasarela o cuyo mayor anhelo al cual enfocan todas sus acciones de vida es aparecer (aunque sea por una única vez) en la tapa de alguna revista, aceptando para eso ser manoseadas, menospreciadas, utilizadas y descartadas con una alegría patológica y una resignación enfermiza, mujeres que atropellan el mundo con el vano propósito de transformarse en hermosos envases vacíos, solo por una miserable cuota de fama o notoriedad.

Mujeres que castigan, humillan y someten a otras mujeres obligándolas a trabajar servilmente o a renunciar a sus legítimos derechos, desconociendo que ninguna miseria económica justifica que niñas y adolescentes sean esclavizadas (muchas veces inclusive por sus propias progenitoras), vendidas y alquiladas como mercancía sexual, despojándolas vilmente de sus sueños, de su deseo de vivir y de toda ilusión de una vida futura.

Niñas que bajo un cándido espejismo de autonomía y madurez se ofrecen voluntariamente para participar en actividades clandestinas transformándose fatalmente en  presas fáciles de la bajeza de individuos con mentes retorcidas que utilizan el anonimato y la mentira para envolverlas en desafíos y juegos diabólicos con un desgraciado e inexorable epílogo de muerte.

Mujeres que malinterpretan la lucha por una paridad de derechos respecto al hombre alimentando una sórdida carrera como dominatrices en lugar de un proyecto de equiparación de personas, luchando “contra” el hombre en lugar de luchar “junto” a él por un mundo más justo y carente de desigualdades.

Mujeres que impugnan las labores domésticas subestimándolas como tareas fútiles e infructuosas, denigrando inclusive a quienes optan libremente por ejercerlas, suponiendo su ejercicio como una carencia de mejores oportunidades o la rendición a un mandato arcaico ya suficientemente perimido, colaborando en consecuencia a desprestigiar estas tareas, negándoles un posible profesionalismo y fundamentalmente inobservando la importancia que éstas siempre han tenido para el desarrollo y la organización de una familia.

 

Mujeres incapaces de oponer un valiente NO a las injusticias cometidas por  macabras tradiciones tribales que mutilan el cuerpo y el espíritu de niñas y adolescentes, aplastándoles cualquier posibilidad de disfrutar de ellos en su adultez, mujeres que tal vez ni siquiera sospechan de la maldad de esas prácticas nefastas conservadas por convicciones atravesadas que lejos de purificar sus vidas lo único que hacen es endosárselas con un siniestro  currículum de opresión y abuso.

Mujeres que reniegan de ser mujeres imaginando que su ser como tales en lugar de una gracia de la Naturaleza ha sido un revés de su Destino al haberles negado nacer como hombres (ya que supuestamente disfrutarían en ese caso de los privilegios que éstos tienen), avalando de ese modo la continuidad hegemónica del poder protagónico del varón, y minimizando por lo tanto la importancia que el género femenino también tiene y ha tenido a lo largo de la Historia como hacedor de  trascendentes logros históricos, sociales y humanos.

Mujeres que a pesar de haber sido liberadas del estereotipo doméstico aceptan  sin embargo sumisamente ser nuevamente estereotipadas, ahora como objetos de deseo, y que en lugar de racionalizar y rechazar mandatos que las ridiculizan prefieren participar activamente del culto a la mujer híper-femenina, a la mujer ícono, a la “imagen de mujer” en lugar de la mujer real, sencilla y llanamente.

En síntesis, aliento a todas las mujeres a mantenerse fuera de situaciones improbablemente constructoras de esa sociedad justa y equitativa a la que muchos deseamos llegar, y espero que finalmente sean descorridos todos los mantos oscuros que a otros muchos impiden ver la luz para triunfar todos juntos en esta trascendente  empresa.

¡Feliz Día de la Mujer!

Nora Sisto
8 de marzo, 2018