¿Crees en la Magia?

La importancia de la Ilusión en el desarrollo humano

Imagen de Odoo y bloque de texto

Hace poco pude ver en la plataforma Netflix la serie surcoreana “El Sonido de la Magia” (2022) protagonizada por el versátil actor Ji Chang Woo. En esta, el mago pregunta sin cesar «¿crees en la magia?», porque solo aquellos que creen en ésta son merecedores de sus fantásticos trucos. Pero el espectador se equivoca. Porque el único y maravilloso “truco” es creer en uno mismo.

Hemos aprendido que el pensamiento mágico (que se manifiesta principalmente en los niños pequeños y que consiste en suponer que su pensamiento tiene el poder de mover los objetos, o cambiar la Realidad) es solo un estadio del desarrollo y nada más. Por eso, a la edad adulta tendemos a rechazarlo, por suponerlo una regresión.

Y es cierto que los adultos nos sentimos más seguros al apoyarnos en verdades científicas, en certezas y en hechos concretos no pasibles de refutación. Por eso tratamos de mantenernos firmes, convenciéndonos y convenciendo a los demás de que solo es acertado basar el recorrido de nuestras vidas en lo opuesto a las niñerías. Sin embargo, una vez que conocemos la magia, nuestra vida toma un vuelco excepcional.

La ilusión no es enseñable.  Pero sí el ilusionismo. Porque trata de la existencia de personas portadoras de ilusión, es decir personas capaces de llevar nuestra mente al centro de un espacio virtual en el que percibimos la maravilla de nuestra propia vida y los escenarios fantásticos en los que  ésta se pueda desarrollar. Todos podemos ser magos y ejecutar “trucos” fabulosos para maravillar a los demás.  Simplemente hay que aprender a iluminar la vida.

Al leer esto, cualquiera podría deducir que recurriendo al consumo de sustancias psicotrópicas sería posible obtener la misma situación. Pero no es así. Esta magia no es una autosatisfacción momentánea; es una alimentación. Tiene el poder de crear la mayor de las riquezas: imaginar lo mejor de sí. Por eso su siembra es trascendente y aún más su posterior cosecha.

Por eso sí, creo en la Magia. Creo en la sonrisa de mi nieto más pequeño al ver los títeres que lo saludan desde mi ventana cada mañana al salir para el colegio, creo en el regalo inesperado que se hace porque sí, creo en el valor infinito de la empatía, creo en la mano que descorre el velo de la ignorancia para que otro pueda ver con claridad.

Por supuesto, tal vez ninguno de nosotros llegue a ser un «gran mago». Sin embargo, cada uno de nosotros puede intentar ser ese portador de magia, de una señal intangible que nos diga que somos algo más que nuestra nuda racionalidad, y que nos habilite y nos anime a soñar.

 

Nora Sisto

Octubre, 2022

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